El pasado 23 de septiembre entró en vigor la modificación de la Ley Orgánica 2/2010 y de la Ley 41/2002, con el propósito de dificultar el acceso de las mujeres de 16 y 17 años de edad al derecho de interrumpir sus embarazos.
La reforma considera que estas mujeres no están capacitadas para tomar la decisión de abortar y necesitan el consentimiento de sus tutores y/o tutoras legales. Paradoja interesante puesto que estas mismas mujeres, al legislador y a la naturaleza si le parece que están capacitadas para tener y criar a un hijo/a, sin embargo no consideran que lo estén para decidir lo contrario.
Hasta ahora estas jóvenes tenían que acudir al centro, donde se les iba a practicar la Interrupción Voluntaria del Embarazo, acompañadas de sus tutores y/o tutoras, para que estos firmaran un documento donde decía que estaban informados de la decisión que sus hijas habían tomado. Esto era un requisito legal imprescindible para poder someterse a un aborto. Sin embargo la ley contemplaba una excepción, “se prescindirá de esta información cuando la menor alegue fundadamente que esto le provocará un conflicto grave, manifestado en el peligro cierto de violencia intrafamiliar, amenazas, coacciones, malos tratos, o se produzca una situación de desarraigo o desamparo.” Es decir, si la joven se encontraba en una situación de conflicto personal y social donde sus progenitores no pudieran ser informados, se podía realizar la IVE solo con el consentimiento de ésta.
Esta reforma es una maniobra política sin sentido real que no satisface a casi nadie.
Las estadísticas recientes nos dicen que 9 de cada 10 mujeres de estas edades que abortan lo hacen con el acompañamiento de sus progenitores, que las apoyan y ayudan. Y solo 1 de cada 10 lo hace por un conflicto grave en la familia.
Si, en nuestra sociedad existe esta minoría de mujeres que tienen circunstancias difíciles: algunas viven desamparadas, en familias desestructuradas o muy religiosas; viven con su novio o la familia de éste y no tiene relaciones con sus progenitores, o estos no las amparan.
Otras han viajado solas desde muy lejos para huir de algo, o acaban de llegar en una patera y vienen embarazadas desde sus países de origen.
Hay otras mujeres que se encuentran con unos padres y/o madres violentos que las maltratan, o en ocasiones se despreocupan de ellas dejándolas al cuidado de otros familiares -abuelos/as, tíos/as, hermanos/as mayores-. Puede que sus tutores y/o tutoras legales estén en la cárcel o tengan una adicción que les dificulte ejercer su papel….si, aunque algunos/as no quieran verlo estas mujeres existen y afortunadamente son una minoría. Para otras culturas estas mujeres están capacitadas para tomar difíciles decisiones debido a la dura vida que les ha tocado vivir.
Son estás jóvenes a las que desprotege todavía un poco más esta reforma, porque el otro 90% de ellas ya están apoyadas por sus familias, pero ellas no sólo sus familias no las protegen, si no que la sociedad y sus leyes tampoco.
Miriam Gómez Lozano
Trabajadora Social y Antropóloga, Ginesur Sevilla (Clínica El Sur)
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